domingo, 30 de agosto de 2009

"Si no creyera en la locura"

Si yo creyera que todos en este mundo tenemos la misma oportunidad de enriquecernos, sólo dependiendo de nuestro propio esfuerzo, y que el gobierno no tiene porqué obligarnos a pagar impuestos para sostener a los que no se están esforzando tanto como nosotros... Si yo creyera que el mundo es para los fuertes y no para los débiles o los enfermos... Si creyera que los impuestos premian a los perezosos y castigan a los emprendedores... Si creyera que para el "éxito" sólo se necesita constancia y no dinero, y que prueba de ello son los "pobres" que alcanzaron el "sueño americano". Si creyera que mi talento me hace merecedor a más cosas que los demás. Si creyera en una sociedad que le entrega exhorbitantes sumas de dinero a las personas que tienen algún talento especial, mientras que a millones de personas sin talento no se les da nada y se les dice que ellos también pueden hacerlo. Si una sóla de esas cosas ocurriera, me iría a vivir a un país de derecha.

Pero creo que no es cierto que todo el mundo tiene la misma oportunidad en una sociedad capitalista: primero, porque el que tiene más dinero tiene mejor salud y educación, y mejores opciones laborales; y segundo, porque sólo con mucho dinero pueden hacerse grandes inversiones: se necesita tener dinero para conseguir más dinero, y algunos nacen con muchísimo capital (económico y social) mientras otros nacen con nada, o en grupos sociales cubiertos de enormes prejuicios, o en países sin la posibilidad de acceder a ello. Otros no tenemos tanto dinero, pero nacemos con talentos físicos o mentales que la sociedad valora; otros tienen la suerte de nacer con buena salud, en un país en paz y con una buena economía; así que, en general, la gente que logra ese éxito capitalista es gente que ha tenido algún tipo de privilegio que la gran mayoría de los seres humanos del planeta no tiene. Por eso, no es justo. Creo que pertenezco a ese sector "privilegiado", así que entiendo que en lo mío no hay sólo mi esfuerzo (que ha sido grande) sino una gran suerte que muchos no han tenido. Además, no sé si siempre seré un privilegiado, o si mis seres queridos lo serán, no sé si me espera un accidente o una enfermedad graves, y por eso creo en que los privilegiados paguemos impuestos para ayudar a los que no lo son, y no me importa dar un tercio de mi sueldo para ello, primero por justicia, y segundo porque algún día el necesitado puedo ser yo o los míos. Creo en el "Hoy por tí, mañana por mí". Más aún, porque una sociedad vive en paz cuando no hay grandes diferencias económicas, así que, ofreciendo mi dinero a los más necesitados, pago por la paz que no existe en un sistema injusto. Creo que se necesita verdadera igualdad en cuanto a salud, educación e ingresos, y por eso no me gustaría vivir en un país de derecha.

Si creyera que los indicadores más importantes del éxito de un gobierno son el producto interno bruto, el aumento de inversiones extranjeras, o la construcción de obras de infraestructura para el comercio internacional, me iría sin dudar a un país derechista. Pero creo que, antes que los indicadores de la economía en general, está cómo se reparte esa riqueza: qué porcentaje de la población posee y qué porcentaje carece de salud, vivienda y educación dignas. Prefiero una sociedad donde haya menos riqueza pero mejor repartida, a una donde haya más riqueza pero se la lleve una élite cada vez más pequeña. Prefiero un niño sin hambre a una nueva carretera. Y por eso considero exitosos a los gobiernos de izquierda.

Si creyera que para conseguir la paz al interior de un país hay que hacer una mayor inversión en gasto militar y policía, o implantar penas más severas, me iría para un país de derecha. Pero creo en un país donde todos paguen impuestos de acuerdo con sus capacidades, y esos impuestos vayan a los más pobres; y así, cuando las diferencias entre ricos y pobres no fueran tan grandes, la violencia, fruto de la injusticia social, disminuiría. Por eso, prefiero un país de izquierda.

Si creyera que las instituciones de seguridad social son lentas, burocráticas y costosas para el gobierno, y por lo tanto, es mejor cerrarlas y dar esa labor a entidades privadas, me iría a un país de derechas. Pero creo que las entidades privadas sólo buscan maximizar su ganancia, así que terminarán ofreciendo buenos productos a quien tenga mucho dinero, malos productos a quien tenga poco dinero y ningún producto a quien no tenga nada. Creo que esto es injusto y que puede generar inestabilidad en una sociedad. Creo además que las empresas privadas son negocios que pueden terminarse sin previo aviso y no me interesa jugar así con mi seguridad social; prefiero un estado que se compromete a darme una vejez segura. Por eso, prefiero una política de izquierda.

Si yo creyera que existe alguna religión, cristiana, musulmana, hindú o la que sea, que deba considerarse como religión oficial del estado, y que deba ser enseñada en las escuelas, y que sus símbolos y ritos den la bendición a las actividades del gobierno, y que la renuncia a la misma sea castigada o, por lo menos, mal vista, y que sus ideas prevalezcan sobre la declaración universal de derechos humanos y sobre las evidencias científicas, hasta tal punto que tengan el poder de invitar al desprecio hacia la constitución y la ley o a la renuncia a tratamientos médicos. Si eso creyera, buscaría un país de derechas (de la religión a la que quisiera cederle tal poder)...
Pero creo en la libertad de pensamiento, y como parte de ello en la libertad de culto, y en que cada persona tiene el derecho a pertenecer a la religión que desee, o a no tener ninguna religión, o a inventarse una propia; creo en la libertad de expresión, y en que cada quien pueda hablar de sus ideas religiosas, practicar sus ritos y mostrar sus símbolos sin temor a ser perseguido por ello; y creo, a la vez, que la religión organizada debe estar sujeta a las mismas leyes que todas las demás empresas humanas, no por encima de ellas, así que debe respetar los derechos humanos, las otras religiones, el conocimiento científico, la vida y la sociedad humanas; debe ser juzgada por sus crímenes, carecer de preferencias económicas y de todo poder para manipular la justicia, la educación, la salud o el conocimiento científico de una sociedad. Como creo en la libertad de pensamiento, la libertad de expresión, la separación iglesia-estado y la no intromisión de la iglesia en el conocimiento científico, busco un país de izquierdas...

Si quisiera ser una ficha de un gran juego de "Monopoly" humano, en donde uno sólo se va a quedar con todo y los demás van a ir, lentamente, saliendo del juego... Si no creyera que ser de derecha es egoísta, anti-social y un juego a la ruleta rusa con nuestra propia vejez y la suerte de nuestros hijos... Allá me iría: a los EEUU, a Colombia, o a Perú... Pero no es así... Prestando palabras de Rosa Luxemburgo, porque creo que una sociedad de derecha es lo más parecido a la barbarie. Prestando palabras de Silvio Rodríguez, porque creo en la locura. Porque creo en los que luchan. Por eso, me vine a un país de izquierda.

PD: Finalmente, si creyera que los grupos económicos tienen igual derecho que todo el mundo a manejar medios de comunicación y mostrar las noticias, o que ofrecen mayor calidad porque tienen más dinero, me iría definitivamente a un país de derecha. Pero creo que los grupos económicos usan los medios de comunicación para favorecer sus intereses, satanizar a quienes atenten contra las ganancias de sus empresas, ensalzar políticos que los favorezcan, presentar la realidad sólo desde el punto de vista de las élites, repetir hasta el cansancio porqué las élites son más lindas, buenas y mejores que el pueblo (y que el pueblo debe aspirar a ser como ellos)... Y yo creo en la democratización de los medios de comunicación, el estímulo a los medios de comunicación de cada barrio y ciudad, el estímulo a los medios de información y crítica unipersonales (blogs, etc), los medios masivos (Tv) bajo el control estricto del pueblo (parte del estado, sujetos a voto popular), y límites claros en cuanto al uso de la propaganda. En ese sentido, creo que me voy más a la izquierda que muchos países de izquierda... pero aquí los espero...


domingo, 18 de enero de 2009

Palabras de borracho --Enfrentando el racismo desde su cuna

Los recientes actos xenófobos en Europa oriental, junto a una que otra frase que escuché en algún lugar de La Mancha, me han motivado a escribir unas cuantas líneas para sustentar la tesis de que el racismo y la xenofobia existen en formas mucho más sutiles que la segregación y la violencia racial, y que es en esas instancias en las cuales hay que actuar para evitar sus consecuencias funestas. Nótese que en este escrito deliberadamente confundo tres tipos de fenómenos: el racismo, la xenofobia y lo que ahora se llama ser “políticamente incorrecto”. Los ejemplos que menciono pueden caer en una de estas tres categorías dependiendo si la fuente de la agresión es la raza, la procedencia o si, en lugar de una agresión explícita, lo que hay es una insensibilidad hacia estos fenómenos que se manifiesta en un lenguaje descuidado (como el “negro”, pronunciado “nigro”, en los Estados Unidos, o el “sudaca” en España). Sin embargo, los he mezclado con el fin de sugerir que los orígenes, las consecuencias y la forma de enfrentar la problemática podrían ser aproximadamente las mismas.

*** Diversos orígenes y niveles de racismo

Catalogar a un fenómeno como racista implica la capacidad de distinguir un evento racista de uno que no lo es, lo que de por sí es ya un problema teórico. Sin embargo, la literatura está llena de aproximaciones que pueden orientarnos: En primer lugar, podemos revisar la definición del racismo y la interpretación de sus orígenes: Para Weber, el racismo era una forma en que las personas pertenecientes a una clase social inferior encontraban alguien a quien colocar en una clase aún inferior a ellos. Para Durkheim, era un "chivo expiatorio" sobre el que la sociedad descargaba sus responsabilidades. Para algunos autores marxistas, el racismo es una parte del proceso de encubrimiento de las relaciones de explotación y dominación. Para Adorno, el racismo se corresponde con un tipo de personalidad autoritaria que se forma desde la infancia. Para Kristeva, desde un enfoque psicoanalítico, es una incapacidad del ego para manejar la presencia de lo diferente. H. Arendt lo identifica como un artificio creado en función de los intereses de una clase dominante. Finalmente, autores como Poliakov proponen definir el racismo como un mito que unifica elementos diversos del imaginario social en una representación simplificada del mundo. La idea racista tendría entonces la capacidad de integrar percepciones aisladas en una explicación simple (aunque no sólida) de los problemas que más aquejan a las personas (por ejemplo, la inseguridad, la falta de empleo, etc) junto con algunas de sus convenciones sociales (estéticas, religiosas, etc). El “chivo expiatorio” sería un mito que, por ende, se construye mediante el mismo proceso de repetición que se construyen todos los mitos.

Las explicaciones oscilan entre un enfoque sociológico que considera al racismo como un mecanismo producto de relaciones entre grupos sociales, un enfoque psicológico que se centra en la mente de un individuo en particular, y también un enfoque como explicación mítica construida a partir de ideas dispersas en la sociedad. Como todo en ciencias sociales, todos los factores podrían ser ciertos y darse con más fuerza en una u otra situación (por ejemplo, Weber llegó a su teoría tras notar que fueron los blancos pobres de los Estados Unidos quienes iniciaron el racismo contra los negros), así que el enfoque adecuado podría depender de la población bajo estudio.

Un segundo problema teórico es si el racismo existe como una manifestación única o si existe en diversos niveles. La literatura privilegia la segunda imagen. Taguieff, por ejemplo, señala tres niveles de racismo: a) Elaboraciones doctrinales o ideologías, b) Prejuicios, opiniones y actitudes, c) Conductas o prácticas (discriminación, segregación o violencia). Es fácil reconocer el racismo en las ideologías tipo nazi, apartheid o KKK; pero, para muchas personas, es muy difícil reconocerlo en sus propias conductas (cuando discriminan o segregan o agreden físicamente por motivos raciales), y es aún más difícil reconocerlo en sus prejuicios y actitudes. De hecho, Michel Wievorka postula que el racista no tiene conciencia plena de sus actos. El problema es aún mayor cuando consideramos que algunas actitudes, como el lenguaje empleado, la burla, el estereotipo e incluso la trivialización de la tragedia y de la protesta antiracista, son socialmente tolerados en muchos países, y el término “racismo” se reserva a las prácticas de discriminación y violencia. Los otros niveles del racismo son peligrosamente ignorados y allí se encuentra la importancia de hacer énfasis en la existencia de los mismos. En adición a la anterior, Wieviorka ha generado una clasificación basada en lo que llama "formas elementales del racismo": el prejuicio, la discriminación, la segregación y la violencia, y, de acuerdo con la presencia o ausencia de estos elementos, y sus alcances políticos, clasifica el racismo en cuatro niveles: Infraracismo, racismo en brotes, racismo politizado y racismo estatal.

Desde el punto de vista de las ciencias sociales, la identificación de un hecho como racista depende entonces del enfoque teórico de base y del nivel de racismo en que se pueda catalogar el evento en cuestión. Sin embargo, ya que a la palabra "racismo" le ha sido adjuntada una connotación peyorativa (como debe ser), es bien difícil que las personas acepten que exista algo de racismo en sus actitudes. Opiniones racistas pueden ser defendidas al ser consideradas criterios estéticos o valoraciones puntuales sin mayor alcance (p.ej., el caso explicado de que una frase aislada no es racista si no implica una conducta racista o la adhesión a una ideología), o se puede acudir a un sinnúmero de excusas populares que mencionaré más adelante; además, el énfasis en el tema genera resistencia; para la muestra, una frase de la vida real, que escuché en España: "Ahora todo lo que le pase a un ecuatoriano es racismo"...

*** El racismo es inexcusable

Malibu, California, USA: El 28 de julio de 2006, el actor y director Mel Gibson es arrestado por conducir a 140 km/hr y en estado de embriaguez. El oficial de policía a cargo del arresto reporta que Gibson pronunció varias frases ofensivas hacia los judíos, dado el origen del mencionado policía: "Fucking Jews... Jews are responsible for all the wars in the world... Are you a Jew?". El 29 de julio, Gibson emitió un comunicado de prensa diciendo que: "After drinking alcohol on Thursday night, I did a number of things that were very wrong... I acted like a person completely out of control when I was arrested, and said things that I do not believe to be true and which are despicable. I am deeply ashamed of everything I said and I apologize to anyone who I have offended". En pocas palabras, Gibson reconoce que, al haber estado borracho, estaba fuera de control y dijo cosas que no siente...

Menos conocido, Sergi Xavier es un pobre diablo nacido en España, quien saltó a la fama tras un video en el que se le ve entrar a un transporte público, hablando por teléfono, y según los testigos usando frases como "matar al moro", y de repente la emprende a palmadas, tocadas de seno y una violenta patada contra una joven ecuatoriana que simplemente iba sentada al lado opuesto, mientras le soltaba frases del tipo "inmigrante de mierda". Estos son apartes de su justificación frente a la prensa: "Cuando tú vas borracho, sabes lo que haces? No... yo ni me acuerdo casi... lo recuerdo borroso y me está costando recordarlo... nunca he tenido nada de racista"...

Estos son dos de los casos más sonados en los últimos años y, tristemente, son sólo la punta de un iceberg que amenaza al mundo entero. En ambos casos, los victimarios insultaron o agredieron a otra persona con motivaciones raciales o de procedencia, pero se justificaron de la misma manera: Estaban borrachos y no sabían lo que hacían... Tal defensa niega el racismo o la xenofobia y destaca el hecho como aislado e intrascendente. Aparte de la ebriedad, se encuentran muchas otras excusas para justificar acciones del mismo tipo: “estaba pasando por un mal momento y no sé lo que dije”, “sentí mucha rabia hacia esa persona y sólo dije algo que pudiera herirla, pero no porque yo lo piense así”, “él es así, habla sin pensar, es un bocón, dice locuras, pero es una buena persona”... El efecto en la argumentación es análogo al del alcohol, pues desvía la responsabilidad de la persona y la dirige hacia un factor adicional que se nos obliga a tener en cuenta.

Hay al menos dos puntos de vista desde los cuales este tipo de defensa al racismo puede ser criticada: Primero, es cuestionable el hecho de que hayan dicho algo que no pensaban, que usaron palabras incorrectas, etcétera: Qué hace usted cuando se emborracha? Sale a insultar judíos? Sale a patear ecuatorianos? Existe la mínima posibilidad de que, en estado de embriaguez, yo salga a asesinar africanos? Porque, si el alcohol tiene ese efecto, entonces debe ser prohibido y todo ser humano razonable debe renunciar a él; pero, si no es cierto, entonces no se puede responsabilizar al alcohol. El mismo silogismo podría ser aplicado a las otras excusas mencionadas, es decir, si usted no puede controlar sus reacciones o su forma de expresarse, usted necesita estar interno bajo tratamiento psiquiátrico; pero, si no es tan grave, entonces debe asumir su responsabilidad... En este orden de ideas, queda la sensación de que algo no anda bien con estas personas, que guardan pensamientos sólo frenados por convenciones sociales, y que de pronto estallan, pero, por supuesto, esto no es más que una sensación, no es una prueba, así que no voy a profundizar esta línea de argumentación. Ahora bien, en segundo lugar, independientemente de las convicciones reales del agresor, hay que detenerse en el efecto de estos pronunciamientos. Las convicciones del agresor son bien difíciles de probar, así que sólo nos quedan la sospecha a los desconfiados y la esperanza a los optimistas, pero las consecuencias de las palabras y acciones necesitan una discusión más profunda.

*** Las consecuencias del racismo

Nada tiene que ver que el agresor sea una buena persona. Nada tiene que ver que sólo haya hecho un pronunciamiento racista o xenófobo para herir a un contrincante, sin creerlo en verdad. Las ideas en política son peligrosas porque sus consecuencias se miden en litros de sangre. La tiranía humana ha creado heridas por doquier y el hablar sin pensar puede remover esas heridas y llevar a desgracias. En términos informales, digamos que cada acción desencadena su reacción, no es un incidente aislado del resto del universo, deja su huella en los demás, y por eso es que hay que criticarla. Cada expresión de racismo, sea suave o más fuerte, contribuye al fortalecimiento del mito. Las tenebrosas rejas eléctricas de Auschwitz no brotaron de la tierra como flores; crecieron alimentadas de la ignorancia del pueblo alemán. La sumatoria de los comentarios y acciones irresponsables lleva a la construcción de ideas socialmente toleradas y estas son el sustrato sobre el que se apoyan proyectos demenciales y genocidas, así que las tragedias racistas y xenófobas no se combaten cuando aparece el loco que vuelca una población hacia un proyecto genocida sino desde el momento en que dicho proyecto se empieza a construir con una palabra descuidada de un niño o adulto irresponsable. La historia está plagada de ejemplos de propaganda racista y xenófoba a la que le sigue la aparición de escuadrones de la muerte, como muestra clara del vínculo entre la palabra y la violencia... Una palabra que simboliza una violación a la dignidad humana no es una simple o infortunada palabrita. Los estadounidenses deben entender el efecto de llamarse a sí mismos "los americanos", los españoles deben entender el efecto de llamar a los árabes "los moros", los suecos deben entender la dimensión de llamar a los extranjeros los "svartkalle" (cabeza-negras). El ser políticamente correcto debe ser parte de la educación en un mundo globalizado.

Es por esto que toda acción racista o xenófoba debe ser examinada sin atenuantes, y acompañada de acciones educativas o policivas dependiendo de su gravedad. Desafortunadamente, mucha gente cree en los sistemas de excusas previamente mencionados y están convencidos de que viven en mundos bastante cercanos al rosa; nadie mide lo que un Mel Gibson piensa en verdad o no; y, lo peor, nadie mide las consecuencias de sus palabras. Cuántas “palabras de borracho” habrán caldeado Sudáfrica... y cada guerra de odio... y cada genocidio...?

*** Las soluciones

Lo que siento es que no hay que esperar a desarrollar todas las etapas del racismo (o la xenofobia) para que la sociedad actúe. No se puede esperar a que el racismo sea un acto criminal para enfrentarlo, sino que es necesario pararlo desde el momento en que es comentario irreflexivo o burla sin mayor pretensión. La educación en reconocimiento de los diferentes niveles de racismo, en los orígenes del racismo y lo que él nos dice de nuestra propia condición, así como en el uso de un discurso políticamente correcto (necesario por razones históricas), debe preceder a las acciones policivas contra criminales, a los cuales es muy sencillo señalar como enfermos desligados de un proceso que ha sido construido entre todos. Como ya dije, para Wievorka, el racista no tiene conciencia plena de sus actos, así que la solución pasa por crear conciencia tanto en el opresor como en la víctima. Yo pienso que hay muchos que sí la tienen y aún así trabajan arduamente por encontrar justificaciones; sin embargo, estoy de acuerdo en que la respuesta pasa por los actos educativos, sean manifestaciones explícitas de nuestro pensamiento o campañas de mayor alcance. Educación y cero excusas. La situación es, por supuesto, aún más preocupante cuando pensamos que cada manifestación pública de esas ideas es la expresión de muchos que las mantienen en privado, y que tal vez no influyen en sus amigos pero sí en sus hijos, lo que es una situación aún más complicada. Pero no veo otro camino distinto a intentarlo, así sea un camino plagado de sinsabores. Para no ir muy lejos, a mí, la defensa de estos principios me acaba de costar el perder una amistad, justamente mientras escribo estas líneas. Pero, por los millones de víctimas del racismo alrededor del mundo; por las dos muchachas ecuatorianas abusadas en España; por mis hijas, que son lo más importante, ni un paso atrás... Hay que enfrentar el racismo desde su cuna... Nadie dice que va a ser fácil.

*** Referencias

* Diccionario Crítico de Ciencias Sociales, Racismo, http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/R/racismo.htm
* Facebook, Grupo “No a la Xenofobia”, http://www.facebook.com/home.php?#/group.php?gid=23101347073
* Facebook, Grupo “No to Racism”, http://www.facebook.com/home.php?#/group.php?gid=21394226534
* Wikipedia, Mel Gibson DUI Incident, http://en.wikipedia.org/wiki/Mel_Gibson_DUI_incident


"We are not a minority!!!"